En los últimos años varios estudios médicos han demostrado que beber vino de forma moderada es un buen hábito para la salud. Especialmente, el consumo moderado de vino tinto, que es donde se ha concentrado la mayor parte de los trabajos de investigación médica.
Los beneficios de beber vino tinto se fundamentan en el hecho de que este vino contiene polifenoles, unas sustancias antioxidantes, presentes en muchos de los vegetales, y a las que se les atribuye una actividad protectora frente a algunas enfermedades. Muchas de ellas, dolencias graves que pueden acabar con la vida de la persona que la sufre.
El consumo moderado de vino y las enfermedades
Enfermedades como el infarto de miocardio o el endurecimiento de las arterias por depósitos de placas de colesterol pueden contrarrestarse con la ingesta de flavonoides, una sustancia presente en el vino tinto. Esto es posible siempre y cuando las personas ingieran cantidades moderadas de vino durante las comidas. Es decir, un vaso de tamaño medio (unos 250 mililitros).
Según algunos de los estudios que se han realizado al respecto, el consumo moderado de vino también es beneficioso para frenar el deterioro provocado por las enfermedades neurológicas como las relacionadas con el sistema congnitivo.
Los trabajos que se han realizado en este sentido señalan que el consumo del vino tinto mejora el funcionamiento del cerebro ayuda a prevenir la demencia.
Esto es posible por la elevada presencia de antioxidantes en la composición del vino. Elementos que reducen la inflamación, impidiendo que las arterias se endurezcan. También contribuye, además, a inhibir la coagulación, lo que mejora el riego sanguíneo de las personas que lo consumen con moderación, y de manera frecuente.
Otro aspecto destacado del vino en relación con las enfermedades es su contenido en resveratrol, una sustancia una fitoalexina presente en las uvas y en productos derivados de ellas como el vino y el mosto. Según indican estas investigaciones, el resveratrol tiene un efecto tumoricida in vitro importante.
Es decir, es capaz de inhibir el crecimiento de células tumorales en el cuerpo de la persona que lo ingiere. Especialmente interesantes han sido los resultados obtenidos en las mamas, la próstata y en las leucemias.
Al parecer algunas de las sustancias que contiene el vino también son efectivas como elementos protectores frente a algunas variedades de cáncer. Así, por ejemplo, se señala que uno o dos vasos de vino tinto al día son muy eficaces frente al cáncer de pulmón en los casos de personas fumadoras.
El vino tinto y la eliminación de la grasa corporal
También parece que el vino es un aliado eficaz para combatir la grasa corporal. De hecho, varios trabajos del Instituto Tecnológico de Massachussetts, destacan que el consumo moderado de vino tinto activa la función de un gen que impide la formación de nuevas células de grasa en el cuerpo de la persona que lo ingiere, al tiempo que ayuda a movilizar las células grasas ya existentes. Un hecho, este último, que ayuda a eliminar grasa del organismo de manera natural.
Otros ámbitos de trabajo en los que se está investigando sobre los beneficios de los polifenoles en la salud son: la osteoporosis, las cataratas y la caries dental (así como otras infecciones bucales como la gingivitis). Hasta el momento, sin embargo, sus resultados se encuentran solo en fase experimental, pues solo se han probado en animales.
Consumo moderado de vino y beneficios para la salud: Cantidad óptima
Todos los beneficios descritos hasta el momento se han obtenido al estudiar los efectos del consumo moderado de vino tinto. Y es que las cantidades de esta bebida son importantes para poder acceder a sus bondades.
Así, hay que destacar que se considera que 40 gramos de alcohol al día (lo que equivale a medio litro) es una cantidad óptima para de los hombres. Por su parte, a las mujeres les basta la ingesta de 20 gramos (o lo que es lo mismo, un cuarto de litro). Más allá de estas cantidades, el cuerpo no tiene capacidad para metabolizar y se comienza a hablar de toxicidad.
El nivel de toxicidad de cualquier bebida alcohólica depende de distintos factores. Los más importantes son: la edad de la persona, la complexión corporal que presenta la misma, el estado de salud en que se encuentra, así como el hecho de que consuma o no alimentos junto con la bebida. Todas estas variables harán que la persona se beneficie de los contenidos del vino o que acabe perjudicando a su organismo.