Vino y arte siempre han mantenido una buena relación.
Así, desde la Antigüedad, el Dios Dionisos (dios del vino y de las cosechas) era la figura a la que se dedicaban los festejos vinculados a las artes escénicas; la pintura siempre representó al vino en sus diferentes etapas (bodegones, festejos en los que el vino aparecía en primer término o las figuras de los borrachos como tema a reproducir).
Sin embargo, hoy día la reunión entre vino y arte va más allá.
El lienzo sobre el que se dibuja y homenajea al vino es el contenedor (botella generalmente) o la etiqueta que lo acompaña. De tal manera, que hoy en día, un buen vino no se circunscribe solo al contenido sino que forma parte de un concepto mucho más amplio en el que cobra importancia el aspecto de la botella que lo contiene.
El packaging en el mundo del vino
Diseñadores de todo el mundo han desarrollado propuestas en torno al vino y a otras bebidas alcohólicas.
Así, es frecuente que numerosos estudios de diseño dediquen su esfuerzo al diseño de los elementos que visten la botella de cristal. Es decir, tapones, cierres de seguridad, etiquetas, embellecedores de alguna parte de la botella, etc.
Este compendio de elementos, que en el mercado se conoce con el nombre de packaging y etiquetaje, tienen como objetivo llamar la atención del consumidor y diferenciar la botella del resto.
Para conseguirlo, los creativos de las empresas de diseño realizan trabajos personalizados para cada cliente en los que se tiene en cuenta la historia de la bodega, las cualidades del vino y el público objetivo al que se dirige. Es un trabajo de unión entre vino y arte.
La realización de una etiqueta o de cualquier otro elemento que embellece la botella es complejo y requiere tiempo y esfuerzo.
Así, muchos artistas realizan sus bocetos e incluso sus propuestas finales a mano, empleando técnicas tradicionales de las bellas artes.
Un proceso que se remata con tratamientos digitales para adaptarlo a la producción en serie y a su reproducción en imprenta. La máxima expresión de la unión de vino y arte
Tipos de etiquetas y calidad del vino
Aunque existen muchísimos estilos de etiquetas para vinos, podemos destacar los que realiza la bodega Wineart. Un compendio de vinos de calidad que cuentan con diferentes etiquetas artísticas con personalidades muy dispares que se adaptan a las características del vino al que hacen referencia.
Así, por ejemplo, las creaciones que figuran en las botellas de “El chico malo” o “La más bonita”, donde se ha optado por la ilustración. Dibujos propios de las creaciones que se realizan en libros o revistas, que acompañan a vinos frescos, ligeros, cremosos y con cuerpo, que homenajean al Mediterráneo (en el caso de “La más bonita”) y a vinos intensos, de matices especiados y suaves tostados, en el caso de la botella con referencia masculina.
Diferente es la etiqueta del vino denominado “De muerte”, donde el dibujo que se ha estampado en la botella recrea las populares calaveritas mexicanas, de múltiples colores sobre fondo negro.
Una propuesta que presenta a un vino de color rojo violáceo, con aroma que recuerda a frutos rojos con un suave fondo de roble y bollería.
Sin duda, al verlo recibes una sensación previa a la que sentirás al beberlo. Ambas similares. Esto es genial porque es donde entra el juego el arte. En los sentidos. En la vista y en el gusto.
Esto por mencionar algunas de ellas, aunque todas son una gran sorpresa. Cada botella tiene su propia personalidad. Formada por su exterior y su interior. Realmente interesante.
La fotografía como recurso en etiquetas de vino
La fotografía es otro recurso muy empleado en el diseño de etiquetas para botellas de vino.
Los motivos reproducidos son muy diferentes: los viñedos en los que se cultivan las cepas de vid, los edificios principales de las bodegas en las que se realizan los caldos, retratos de los precursores de cada bodega, etc.
En estos casos se trata de poner en valor el origen o la tradición a las que se vincula el vino que ilustran.
Sin embargo, la fotografía también se puede utilizar de manera creativa para realizar combinaciones imposibles que llaman la atención del consumidor.
Es el caso, por ejemplo, del vino Enfuria, un vino del año 2012, de alta gradación, de color cereza picota muy intenso, y con aroma a fruta madura sobre base de ahumados y especias.
En su etiqueta se reproduce una composición. El rostro de un tigre en la parte superior y el de una mujer joven que parece chillar en la parte inferior.
Todo un reclamo para quienes quieren sorprender a sus comensales en una velada especial.
Así pues, cuando vayamos a escoger un vino no solo tendremos que reparar en su contenido, también hay que reparar en su etiqueta para saber la calidad del mismo.
Sin duda existen en el mercado verdaderas maravillas para los sentidos. Y ¿por qué privarnos de todas ellas?
